sábado, 23 de marzo de 2013

Día 7 - We wish you well

"...I'm sad to say it's time to go until we meet again along the road... We wish you well..."


Llega la hora de marchar y es cuando te das cuenta de lo corto que te ha parecido el tiempo pasado aquí. Empiezas a pensar si has aprovechado la oportunidad que tus padres y el colegio te han otorgado. Si eres de 6º hoy es cuando asimilas que la aventura terminó. Si eres de 5º este es el momento en el que empiezas a pensar en volver el año que viene, mucho antes siquiera de contar a tus compañeros de clase lo que has visto, aprendido y cómo te lo has pasado. Porque de ésto trata la vida amigos, de elegir. Estos diecinueve "niños" decidieron, con el apoyo de sus familias, que querían conocer de primera mano y desde su corta edad lo que se "cocía" más allá de nuestras fronteras. Quisieron tener la opción de poder palpar por sí mismos lo que era manejarse en un idioma extranjero, cada uno dentro de sus posibilidades. Y mañana vuelven a casa. Externamente seguro que todos les verán como lo que aparentemente son: niños de Tercer Ciclo de Primaria que apenas han salido del "cascarón" de papá y mamá. Pero por dentro han adquirido una seguridad y confianza en ellos mismos que sólo se logra gracias a experiencias como la vivida en estos fríos días de marzo.

Hoy hemos visitado el castillo de Malahide, que durante siglos fue propiedad de la familia Talbot. La inmensidad de sus jardines y campos (magníficamente cuidados) te hace pensar en lo que pudo ser esa gran finca. El castillo es más pequeño de lo que nosotros podemos conocer en nuestra región (también más moderno), pero está perfectamente conservado. Sus partes más antiguas datan del siglo XII y la variedad de especies en los jardines se debe al empeño de uno de los últimos Talbot: Milo. En 1976 el castillo pasó a ser propiedad del Condado de Dublín y desde entonces se puede visitar. Una de las estancias más curiosas del castillo (y de la que no podemos ofrecer instantánea puesto que no estaba permitido) es la Oak Room, una habitación cuyas paredes estaban completamente forradas por tallas de roble.

Tras la comida estaba previsto ir al pueblo pesquero de Howth, pero de nuevo el temporal de frío y lluvia que azota la costa irlandesa nos impidió cumplir con el guión. Como para todo roto hay un descosido teníamos preparado un plan B. Pasamos la tarde en la bolera y los billares jugando y disfrutando de las últimas horas como grupo en Dublín.


Al llegar al punto de encuentro habitual en Churchtown la despedida de nuestra guía habitual, Ona, fue con un caluroso aplauso. La mayoría de voces de entremezclaban con frases como "me quedaría una semana más", "no me quiero ir" o "si hiciera menos frío...". Pero la realidad es que a las 12 de la mañana del domingo, más o menos estaremos despegando hacia Madrid. El año pasado reflejábamos en este Blog que la leyenda del Leprechaun (ese pequeño duende verde que, dicen, habita al final del arco iris) cuenta que quien lo ve se queda con una olla lena de oro. Y decíamos que el tesoro de nuestros alumnos era haber hecho este viaje. Este año hemos visto que en los habituales puestos turísticos de recuerdos irlandeses venden botes de semillas de tréboles; por si sale alguno de cuatro hojas y te llevas la suerte irlandesa a casa. Todos nosotros nos llevamos a Valladolid esa suerte sin necesidad de comprar las semillas  Y al despedirnos de las que han sido nuestras familias durante esta semana, decimos lo mismo que la canción de hoy: os deseamos lo mejor. Hasta el año que viene.


 











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