jueves, 23 de enero de 2020

CURIOSIDADES DE NUESTRO IDIOMA


NO SOMOS TAN MODERN@S
Sorprende el viaje que emprenden algunas palabras desde su adopción. Algunas nacen, mueren… incluso reviven ¡y se reencarnan! El término “arroba”, tan de moda hoy gracias a las redes sociales, entró a formar parte de la lengua castellana casi desde sus orígenes, con el significado de “cuarta parte”, aplicado como medida de peso y de capacidad (aproximadamente once kilos y medio en Castilla).
A causa de su uso frecuente en documentos mercantiles, se llegó a la abreviatura con el signo «@», leído como «arroba». El símbolo fue adoptado por el inglés y otras lenguas como abreviatura de distintas formas que empezaban por la vocal «a».
A finales del siglo XIX se incluyó el símbolo «@» en el teclado de las máquinas de escribir. Un siglo después, el programador informático Ray Tomlinson lo eligió para integrarlo en las direcciones de correo electrónico por el hecho de que en inglés se leía como «at», lo cual venía al pelo para indicar el lugar en que se alojaba el correo de un usuario. En España lo leemos, volviendo a su origen, como «arroba». De este modo se reencarnó una palabra desahuciada. El hecho de que lo utilicemos en Twitter® o como morfema gramatical de género masculino y femenino simultáneamente (un uso desaconsejado, según recoge el Diccionario panhispánico de dudas), no nos convierte, ni mucho menos, en modern@s. 
(Extractado de La maravillosa historia del Español, Francisco Moreno Fernández, ed. Espasa).

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